“Llegó
Jesús a Cafarnaún…”. Cafarnaún fue para Jesús un lugar de referencia;
Él dejó Nazaret para anunciar el Reino, pero quizás encontró en Cafarnaún un
lugar donde poder reponerse, visitar amigos y familiares, intercambiar
impresiones-vivencias y conocimientos con los viajeros que paraban en la
ciudad, ya que Cafarnaún era ciudad fronteriza y en aquel tiempo una ciudad de
unos 1500-2000 habitantes (bastantes en aquel momento). Se dice que también tenía
Pedro allí su casa.
Sea
como fuere, lo que sí está claro es que el relato resalta que Jesús se acercó a
la sinagoga porque era sábado. Aunque hoy lo vivamos, casi todo, de una manera
tan institucionalizada, en tiempos de Jesús la lectura y explicación de la
Escritura no estaba reservada sólo a los letrados y ancianos, sino que podía
realizarla otro varón de la comunidad, o viajero que estuviese de paso por
aquella ciudad, que tuviera reconocido prestigio o simplemente como muestra de
acogida.
Otra
cuestión sería el análisis de la palabra sinagoga (keneset) ya que podría hacer referencia más a la comunidad-asamblea
humana que al edificio físico; pero no es objeto de esta reflexión y por tanto
obviaré el tema.
“No
enseñaba como los letrados, sino con autoridad”. Es una afirmación muy
clara en el evangelio. No hemos de evitar la comparación que el mismo relato
muestra. El pueblo se cansa, desconecta e incluso ignora las palabras de los
letrados, de los sabios y doctos porque no vienen de la vivencia coherente,
porque no transmiten vida sino preceptos y normas que ellos no viven, porque no
hablan con autoridad sino con voces altisonantes y juicios teóricos, sin
reparar en la persona ni la corrección fraterna. ¿De dónde le viene la
autoridad a Jesús? ¿Por qué le siguen y distinguen de los letrados?
¿Qué
quieres de nosotros Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros?
Es muy importante aquí la distinción entre el Tú y el nosotros; el “nosotros”
hace referencia a un grupo.
Esta
salida de tono de uno de los presentes en la sinagoga, ocurre inmediatamente
después de que Jesús enseña y algunos se quedan asombrados de dicha enseñanza. La
autoridad y enseñanzas de Jesús asombran a unos y hacen temer a otros. Lo que
enseñó Jesús no es lo que estaban acostumbrados a escuchar, les descuadra, les
enseñaba otras cosas y desde otros puntos de vista ¿De dónde salía esa
enseñanza? No solo hay una forma de enseñar y vivir la Palabra de Dios. El
“espíritu inmundo” se siente frágil y cuestionado. Sólo alguien que vive con
fanatismo es capaz de increpar lo que Dios quiere. Jesús es interrumpido por el
hombre que vive con cerrazón fanática porque se siente tocado por dentro,
porque lo que dice Jesús está lleno de vida y contra eso no puede nada.
¿Qué
quieres de nosotros, de mi; Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nuestros
prejuicios, juicios a los otros, con nuestras incoherencias, con nuestra falta
de escrúpulos y moralinas baratas que encuentran su lugar en dónde tendrías que
estar Tú?
“Calla
y sal de él”. Sal, sal de la boca que dice lo que no piensa, sal de la
mente que está atada porque otros quieren atarlo, sal y se libre, sal y acoge y
vive la Palabra de Dios en tu vida y no como otros (el nosotros del texto)
quieren que la vivas. La Palabra de Dios está viva porque descubres que te interpela y que puedes
leerla y vivirla desde otros puntos de vista. Tus amigos los letrados te han
anulado. Es como reconocer que Jesús habla desde la Verdad y reconocer quién
es, y por otro lado no poder seguirle, no querer escucharle ¿Hay miedos en la
comunidad?
El
endemoniado es un claro ejemplo de alienado social, de humano manipulado, de un
atado interior, “¡Sal de él!”.
No
hay nada como sentirse libre, porque sólo ahí es donde puede hacerse presente
Dios. Él no quiere cárceles, ni físicas ni psíquicas. Esto no implica vivir con
un desorden moral y social, todo lo contrario, porque cuando se escucha con
sinceridad y libertad la Palabra, no se puede sino vivir acorde a Ella porque
Dios está contigo, es parte de ti.
La
paradoja vuelve de nuevo al evangelio, como en otras muchas ocasiones, por un
lado Jesús manda callar porque aún no es la hora de hablar de ciertas cosas pero
por otro lado “su fama se extendió enseguida por todas partes…”.