Esta
parábola no es un relato aislado, en Lucas se nos presenta rodeada de otras
parábolas (El hijo pródigo y el hombre rico) en las que Jesús se ocupa de las
riquezas de este mundo y del uso que hemos de darles. Pero leída sin más nos
puede resultar, cuanto menos, contradictoria e incluso incoherente con el
mensaje del Jesús al que estamos acostumbrados.
En
estas parábolas aparece muy frecuentemente la palabra “mamona”, esta palabra hace referencia a la riqueza y los bienes
conseguidos de forma fraudulenta o a costa de los otros. Esto era algo muy
común en los administradores de aquella época, ya que no recibían un sueldo
fijo por dicho trabajo sino que su sueldo dependía de las comisiones que, ellos
mismos, añadían a lo que los deudores debían a sus señores. De ahí que hubiera
administradores justos e injustos.
En
esta parábola el administrador parece reconocer su injusta gestión con los
bienes del amo, ya que no se queja cuando este le acusa de ser mal
administrador; Es más, idea un plan para no quedar sin nada y tener algo de
futuro.
“¿Qué
voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo?(...)Y el amo felicitó al
administrador injusto, por la astucia con que había procedido”. Jesús
no pone el ejemplo de alguien que actúa injustamente para alabar dicha injusticia
sino para demostrar que habiendo actuado mal en la vida, a toda situación se le
puede dar la vuelta y se puede empezar a actuar bien. Este administrador estaba
acostumbrado a sumar grandes cantidades a lo que ya se debía para sacar “buena” y
exagerada comisión de los bienes de su amo. Viendo peligrar su trabajo y por
tanto su subsistencia, deja a un lado la excesiva codicia e intenta equilibrar
y actuar bien (como se supone que tenía que haber hecho desde el principio) no
tanto para recuperar su puesto de trabajo, porque era consciente de que había
perdido la confianza del amo, sino para ganar la confianza de los deudores al
ver que no se llevaba comisión. Así
ganaría el favor de los demás y dejaría en buen lugar a su amo.
Jesús,
el amo de la parábola, felicita al administrador porque ha actuado bien, sea
por los motivos que sean, y se ha dado cuenta de que así se ganan cosas más
importantes en la vida que el dinero, como la confianza y lealtad, dejando a un
lado la “mamona” que es lo que nos
pierde y nos ciega en este mundo. Jesús quiere hacer entender a los ricos que
le están escuchando que las cosas más importantes de este mundo, precisamente,
no son cosas.
“Ningún
siervo puede servir a dos amos…No podéis servir a Dios y al dinero”. No
hace falta retroceder tanto en el tiempo para ver que la mamona sigue presente
entre nosotros y no deja que la sociedad avance. El dinero y las riquezas con
las que viven los que las han conseguido robando y ahogando a otros muchos, son
el mayor muro-pecado que tiene hoy nuestra sociedad. Nuestros políticos se
enzarzan y no salen del atolladero de la corrupción. Se roba a la gente
sencilla y trabajadora con la máscara de los impuestos y comisiones, se
blanquea, se paralizan pueblos e incluso un país entero a causa de la “mamona”; No me estaría extralimitando,
por tanto, llamándoles mamones.
Jesús
nos invita a darle la vuelta a la situación, porque servir a dos señores es
imposible ya que, queriendo servir a uno estaremos siendo infieles al otro,
puesto que las riquezas injustas y Dios son incompatibles.
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