Meditando
este pasaje del evangelio de Marcos uno vuelve a la realidad del verdadero
seguidor de Cristo. No hay vuelta de hoja, ni trampas, ni interpretaciones más
allá de la literalidad; no hay escapatoria a la comodidad, ni tampoco
acomodaciones al tiempo. El mensaje es muy claro y para la Iglesia está cargado
de un tono que la interpela y le urge a un cambio radical.
“El
Hijo del Hombre va a ser entregado…”. Jesús le va enseñando a sus
discípulos, y en esa enseñanza hay un punto dramático de realismo, algo que
será más o menos inminente en su persona, su propio padecimiento su propia
muerte por los suyos pero también un mensaje nuevo, algo que no esperan y
parece que no entienden, la resurrección final.
Hay
miedo a preguntar porque quizás puede que intuyan la respuesta y no quieran ver
la realidad; prefieren quedarse con lo bueno de todo lo vivido y la popularidad
que en esos momentos tenía Jesús y de la que ellos también gozaban. Por eso
están más preocupados en discutir quién heredará un puesto importante en el
grupo o quién estará por debajo y a las órdenes de los otros. Seguramente Jesús
les iba oyendo, y cuanto más se empeñaban en discutir sobre la importancia de
unos sobre otros, Jesús más se esforzaba por explicarles que esa no es la
autoridad que el busca, ni la posición, y que la vida que le esperaba a Él y a
todo el que lo siguiera sería más bien un camino difícil.
“¿De
qué discutíais por el camino?”. Los discípulos no quieren decirle a
Jesús de lo que discutían por el camino porque, en el fondo, sabían que eso no
estaba bien, que Jesús no lo iba a aplaudir y les reprendería.
Es
curioso ver cómo, sobre todo en algunos momentos de la historia de la Iglesia,
algunos-muchos cristianos hemos hecho oídos sordos, no hemos sabido leer, no
hemos visto al Jesús que brilla en este y otros muchos relatos. Es
absolutamente escandaloso el estilo de vida, las preocupaciones y actitudes que
ha tenido la iglesia para con el mundo y en el interior de ella misma. Es tan
clara la Palabra en relatos como este que es imposible que se nos haya pasado
desapercibida.
“Quien
quiera ser el primero…”. Afortunadamente llevamos unos años que,
gracias a muchos cristianos que se dejan empapar por el “Jesús de las
sandalias” (como me gusta llamarle a mí), y sin que sus criterios sean más
poderosos que la autoridad de la misma Palabra, han sabido transmitir con sus
obras que estábamos en el camino equivocado y que incluso éramos, somos a
veces, un anti testimonio para el mundo.
“El
que acoge a un niño como este en mi nombre…”. El mensaje está claro. La
verdadera novedad de Jesús es que sólo quién entiende que Dios está con todos,
sobre todo con los más débiles, se puede acercar a Dios con plenitud.
El
mundo necesita caridad-amor, vivimos en un mundo que demanda la presencia de
Jesucristo constantemente y, si en verdad la iglesia es el Cuerpo de Cristo,
debemos estar en dónde sabemos que estaría Él.
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