La
confrontación que se muestra en el evangelio de Mateo, de Jesús con la clase
dirigente judía (letrados y fariseos), es evidente. Jesús critica su afán de
poder y de aparentar. Si bien esta actitud del
mismo Jesús tiene credibilidad histórica, creo que este evangelio muestra
más bien la realidad que se vivía en aquella comunidad y que él mismo
evangelista critica a la luz de Jesús.
La
comunidad de Mateo estaba conformada de judíos que aún no se habían separado
del todo de las costumbres judías, muchas de ellas farisaicas, de las que
venían. Por tanto, esa comunidad se encontraba compuesta de neófitos cristianos,
que tenían como referencia a Jesús y querían seguirlo a Él, y de judíos que
estaban descubriendo en la comunidad algo nuevo pero que aún se resistían a
apartarse de la ley del templo por miedos e inseguridades. Esto “contaminaba”
la pureza de la comunidad porque algunos cristianos estaban imitando los
puestos de poder de los judíos “piadosos”-fariseos porque, hasta el momento,
habían sido su referencia espiritual.
Con
esta situación de fondo Mateo sitúa a Jesús hablando a la “gente y a sus discípulos”,
aquí observamos bien la situación de la
comunidad formada por cristianos y otros-gente (cristianos, judíos neo-conversos
y judíos en transición…).
“Haced
y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no
hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados…”. Esa actitud hipócrita
es la que criticó Jesús durante toda su vida terrena y ahora sigue resaltando
Mateo. Sería injusto que volcáramos todo el peso de la cuestión en la actitud
de los fariseos y judíos más pegados a la ley, porque esta actitud no la
critica sólo en ellos sino que, Mateo, está reprochando también dicha actitud a
los cristianos de su propia comunidad y por extensión también a la nuestra como
Iglesia, ya que seguimos cometiendo los mismos errores.
Por
un lado Jesús reconoce la sabiduría de los letrados y fariseos, afirma que son
conocedores de la Ley al reconocer que están sentados en la cátedra de Moisés,
pero ellos no lo cumplen. Estamos
acostumbrados a oír en púlpitos y cátedras, charlas de moralina fácil de
transmitir cuando uno no se mira por dentro, a muchos sacerdotes, expertos en
la Palabra y teólogos o “piadosos” extremos, exigir a los hermanos cosas y
actitudes que ellos incumplen.
“Todo
lo que hacen es para que los vea la gente (... )Vosotros, en cambio, no os
dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois
hermanos”. Mateo no critica a aquellos fariseos o cristianos que actúan
con humildad y sentido de corrección fraterna sino a aquellos que, una vez se
han ganado el favor de la comunidad y acceden a puestos de responsabilidad,
utilizan estos para oprimir o cargar a los hermanos.
“El
primero entre vosotros será vuestro servidor”. Es importante que
nosotros, como cristianos, sepamos dónde están nuestros límites tanto en
actitudes como en palabras, que sepamos, cuando hablamos y actuamos, que nos
dirigimos a hermanos y no a súbditos, que nos tomemos nuestras
responsabilidades dentro de la comunidad como un servicio que nos han
encomendado de manera temporal, ya que de otra manera, todo lo que hagamos sería
para nuestra gloría. Los cristianos no vivimos para nuestra gloria, o que al
menos esta vendrá en la medida que ejerzamos la caridad y el amor en forma de
servicio; porque el único Maestro y Señor es aquel que nos ofreció su propia
vida, y su propia muerte, por amor.
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