“Algunos
ponderaban la belleza del Templo…”. Quedarnos en lo superficial o
centrarnos en lo esencial e invisible siendo conscientes de lo que eso significa
y de sus consecuencias, ha sido siempre una eterna lucha entre los hombres que
decimos profesar una religión. Lo material, lo espiritual, ambas… el equilibrio…
Este debate, según nos refleja este pasaje de Lucas, también lo vivieron
aquellas generaciones.
La
posición y mensaje de Jesús están claros; Aunque Él utilizó y respetó el templo
por lo que representaba, no se quedó en ello y nos enseñó que las piedras sobre
piedras son construcciones humanas y que, como tales, han de perecer al igual
que le pasará al mismo hombre.
“Llegará
un día en que no quedará piedra sobre piedra…”. A aquellos hombres les
preocupaba cuándo iba a suceder aquel final, querían estar preparados por si
podían salvarlo, por si podían evitarlo, al igual que se preocupaban por el
final de la propia existencia. Esto lo han aprovechado muchos oportunistas que,
sabiendo de esta preocupación, se han lucrado y lucran autoproclamándose jefes
espirituales-profetas que saben del fin. Ante estos timadores Jesús apercibe
asegurando que nadie sabe de dicho final, solo Dios.
Jesús
nos exhorta a no vivir preocupados por saber el final, ni de dar crédito a
falsos profetas que se aprovechan de la ingenuidad humana; Él nos invita a
vivir en este mundo siendo verdaderas rocas, siendo templos de Dios. Jesús insiste
en que el mayor templo donde habita Dios somos nosotros mismos. Este es el
motivo por el que los hombres hemos de cuidarnos, porque somos piedras vivas
del templo que alberga lo más sagrado, hemos de respetar la dignidad de todo
hombre y mujer sabiendo que en ellos también habita Dios.
Jesús
conoce la naturaleza del ser humano, sabe de nuestras debilidades y nuestras miserias
y profetiza que entre nosotros habrá guerras, separaciones y persecuciones… pero que
nosotros, los que afirmamos seguir a Cristo, hemos de dar testimonio, ser
ejemplo de templos que nadie puede ni debe profanar. Ese es el mensaje, el
cambio de paradigma que ofrece Jesús; Que lo importante no son los templos de
piedra sino los templos vivos. No profetizó tanto la destrucción de un templo
concreto sino más bien la transformación de la religión del momento.
“Os
harán compadecer antes reyes y gobernantes…Yo os daré palabras y sabiduría”.
Hoy, sigue habiendo voces que escandalizan a los pequeños, a los pobres o
desinformados, o simplemente a aquellos que ponen su confianza en los demás, en
los que han votado en democracia. Hoy, políticos y poderosos atemorizan y
vaticinan catástrofes ecológicas y desastres financieros con consecuencias en
la economía doméstica, cuando hay algo que no les cuadra o beneficia. Son los
nuevos falsos profetas del mal, profetas del reino de egoísmo, del “cuanto más tengo
más quiero”. Pero Cristo nos sigue exhortando a vivir en la humildad, a no derrochar
pero también a no tener miedo ni poner toda nuestra confianza en los bienes
materiales ni la economía. Jesús sabe que este no es un camino fácil, que ello
significa remar a contracorriente (no es un mundo fácil para los cristianos que
quieren vivir bajo la lógica del Reino) y por eso sufriremos todo tipo de
persecuciones y difamaciones; E incluso recibiremos todo tipo de ofertas para
separarnos del camino que propone Jesucristo, pero es precisamente en ese
momento cuando Él nos dará su fuerza y palabras de sabiduría.
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