sábado, 7 de noviembre de 2015

La moneda de la viuda y el palacio del obispo (Mt 12, 38-44)

“¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse y que les hagan reverencias…; Y devoran los bienes de las viudas”. La Palabra siempre tan oportuna, siempre tan…viva. Este domingo Jesús nos avisa del cuidado que hay que tener con los letrados (la gente de altas posiciones y cargos importantes); “No es oro todo lo que reluce”, la corrupción está donde menos se espera. Roban a las viudas y los pobres con pretexto de largas oraciones y “pasaportes” directos hacia el cielo. Se lucran a costa de la buena voluntad y la ignorancia de la gente humilde.
No puede venir mejor este evangelio, esta presencia de Jesús, de Dios, mediante su palabra esta semana. (Vaya por delante que en todo lo que voy a reflexionar va la presunción de inocencia y la confianza en que todo se aclare de la mejor forma posible). Esta semana nos han vuelto a sorprender  en las noticias con nuevos escándalos vaticanos, robos de dinero cuyo destino, parece ser, que eran los pobres pero que se han quedado en los palacios y grandes casas de cardenales y obispos. No podemos volver la mirada y hacer como si nada pasara, porque los libros publicados esta semana sobre este tema y los testimonios de gente infiltrada en dichos escándalos están ahí.
“Se acercó una viuda pobre y echó dos reales”. No hemos cambiado tanto, me atrevería a decir  que nada, desde que Jesús les “pone las pilas” a los letrados y sacerdotes de su tiempo. El dinero que echó la viuda en el cestillo del templo con toda humildad y sacrificio, ya que a ella no le sobraba nada, se quedó para las abundantes comidas de los jefes de las sinagogas. Parece ser que el dinero de tanta gente que confía en la gestión vaticana, una vez más, no ha llegado a su destino y se ha quedado a medio camino engordando el ansia de poder y riqueza de unos pocos corruptos que se llaman ministros de Dios, pero que no son más (si todo esto es cierto) que oportunistas, hijos del diablo-poder- dinero.
Y para nosotros queda el intentar dar razón a estas cosas, educar a los que ven y oyen esto y les hace retroceder, cuando no apartarse del todo de la comunidad. Como bien dice en otra ocasión Jesús: “Aquel que escandalizara a uno de estos pequeños, más le valdría colgase una rueda de molino al cuello y echarse al mar” (Mt 18,6). Que pocas entrañas de misericordia y que poco rezado tienen el evangelio los que predican y no edifican. Que Dios me perdone si con mis palabras alguien, que es justo, se siente acusado, esa no es la intención; Porque aunque se demostrara que no han robado dicho dinero, los palacios e inmensos pisos de nueva construcción están ahí, y dentro vive quien vive.
El Espíritu Santo ha querido que la iglesia la encabece un papa que predique y viva la pobreza, y ahí está, aunque le duela a muchos y lo quieran hacer desaparecer del mapa. Desde estas humildes letras me uno a la oración del papa Francisco y le envío toda mi fuerza y mis ánimos para que no cese en el empeño de darle a la iglesia lo que se merece, buenos ministros que administren y no roben; Un papa que trate los temas importantes en la Iglesia, con misericordia y sin prejuicios,  y deje de lado los más mediáticos y secundarios.

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