Jesús
es un milagro; Jesús es El Milagro. Lo que la humanidad estaba esperando. No
necesita de demasiadas presentaciones porque sus obras, signos y prodigios, le
acompañan y hablan de Él.
A veces,
desde la teología más dogmática, nos hemos empeñado en demostrar históricamente
ciertos milagros que la tradición y la Escritura le han atribuido a Jesús, casi
perdiendo de vista que el verdadero milagro es Él, su forma de hacer las cosas,
el estilo de vida que propone, y no tanto lo sobrenatural.
“Dejando
Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón…”. Lo que sí es evidente es
que Jesús estaba en constante contacto con la gente, en permanente e intima
común-unión con su pueblo, con el mundo. Que sabía de los sufrimientos,
dificultades y necesidades de aquellos que le seguían.
“Apartándolo
de la gente le metió los dedos en los oídos y…le tocó la lengua”. Le
presentaron a un sordomudo para que le impusiera las manos, para que le tocara
con sus manos. Seguramente era una persona que no tenía ni voz ni voto; Una
persona que no podía o no quería comunicarse con los demás. Jesús actúa de
manera personal. Se lo lleva aparte de la gente porque requiere cuidados y
atención individual, necesita un acompañamiento, un proceso muy personal. Para
Jesús la gente no era ganado, cada persona tiene su dignidad y es única.
Es
necesario que Jesús le toque. Cuando Jesús le toca brota el oído, el habla, el
tacto, la vista, brota la vida… Cuando por esta vida uno va perdido, sin rumbo
fijo; Cuando no se tienen ganas de contacto con nadie, no hay ganas de comunicar
nada, no se tiene interés (el sordomudo no busca directamente a Jesús porque
seguramente no lo conoce, pero se lo presentan) pero se descubre la propuesta
de Jesús y te toca de verdad, se pierde el miedo y se suelta la lengua, cambia tu vida.
En
nuestra sociedad, la sociedad de la comunicación más avanzada, de lo inmediato;
En una sociedad donde se supone que debemos ser expertos en comunicación
personal, estamos sufriendo una especie de contradicción continua. Parece que
cuantos más medios tenemos, realmente menos comunicados estamos. Estamos
acostumbrados a ver cómo, en pequeñas reuniones de amigos o incluso en pareja,
estando al lado de los otros ni siquiera nos miramos a la cara, no surge una
conversación fluida porque lo que nos acompaña constantemente son nuestros
dispositivos móviles y, teniendo a personas reales al lado, nos comunicamos con
gente que está lejos o nos entretenemos con nuestras apps. Sabemos cosas,
muchas cosas, de los demás pero muy superficiales; Vemos miles de fotos de las
vidas “felices” que se cuelgan en las redes sociales, pero no sabemos de las
vidas de las personas, de los problemas, anhelos, alegrías y dificultades
reales de los que tenemos al lado.
Jesús
nos enseña a que el trato personal, la dedicación a los otros, es lo que nos
humaniza. Nos enseña a tocar, acompañar, hacer ver que estamos cerca del que lo
necesita.
“Todo
lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Irremediablemente, esta afirmación nos recuerda al relato de la creación del
Génesis, en dónde después de crear se afirma que: “Vio Dios que todo era bueno…”. Jesús todo lo ha hecho bien porque
es la presencia de Dios en la tierra, porque Dios todo lo hace bien para con
sus hijos. A nosotros sólo nos queda fiarnos de Él y querer que siga haciendo
cosas buenas en nosotros.
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