Jesús
se dirige a la muchedumbre. Una vez más resurge el buen maestro que lleva
dentro; Para explicar algo importante se sirve de la comparación, de ejemplos y
referencias cotidianas, del día a día.
“El
Reino de Dios es como una semilla que germina o como un grano de mostaza”.
Jesús explica el Reino de Dios con dos parábolas. La una apoya a la otra; Si
alguien no ha cogido el sentido de la primera, se puede acoger a la segunda,
pero lo que Jesús no quiere es que nadie se vaya de allí sin haber entendido
algo tan importante como el sentido del Reino. Y por si aún queda alguna duda
se dice al final de este texto evangélico que: “A sus discípulos se lo explicaba
todo en privado”. Jesús se prepara, más bien prepara a los suyos, para
que cuando ya no esté Él, sus discípulos puedan enseñar y explicar con fe, razón
y sabiduría.
“¿Con
qué podemos comparar el Reino de Dios?...Con un grano de mostaza”. A
los cristianos de hoy quizás nos resulte un poco más difícil entender del todo
el alcance o sentido de esta comparación; No era así para los vecinos de Jesús.
Pero si has tenido la suerte de observar un árbol de mostaza y después has
tenido en tus manos, como tengo yo ahora mientras escribo esta meditación, un
grano de mostaza delante de ti, puedes llegar a entender que…
La
semilla del Reino de Dios, el mismo Reino en potencia, ya lo tienes contigo
desde el momento de tu concepción. El hecho de ser creatura de Dios hace que
portes en ti esencia, hálito, semilla de tu Creador. No lo sabes, más bien no
te das cuenta, pero está ahí y sigue su ciclo vital en ti. Si bien es cierto
que las semillas del Reino en cada uno llevan ritmos distintos, también lo es
que Dios no abandona nunca a sus hijos, a ninguno de ellos, ni siquiera a los
que abandonan el campo (su propia existencia) y la semilla que llevan en ellos.
Hay
muchas formas de hacer germinar esa semilla; Los sacramentos son el itinerario
que marcan momentos e invitan y conducen a la santidad de vida. La integración
real y comprometida en una comunidad cristiana, ayuda al cuidado serio y adulto
de la fe que facilita la floración del Reino. Pero no son las únicas formas en
las que el Reino puede aflorar en nuestro mundo. La práctica de la caridad con
propios y ajenos, la lucha por la justicia y la verdad en nuestro día a día son,
ya, formas del cuidado de esa tierra en
la que ha de hacerse real el Reino.
Porque
¿Qué sería un Reino de Dios de cultos, sacrificios y liturgias, pero vacío de
amor a los hermanos? ¿Qué tipo de reino de dios es aquel en el que se riega la
tierra con sangre de hermanos mutilados por
no llamar a Dios de la misma manera con la que lo hacen los que,
creyéndose dueños de la tierra, mutilan a otros hermanos?
Jesús
tuvo claro que para que el Reino se empezara a hacer real, antes había que
preparar la tierra. A los cristianos nos toca preparar la tierra con caridad y
justicia, y entonces se hará real y aflorará el Reino de Dios que todos
llevamos dentro, como un grano de mostaza.
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