“El buen pastor da la vida
por sus ovejas…el asalariado, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye…”.
Jesús nos exhorta a ser buenos pastores, es decir, a amar de corazón lo
“nuestro”, a acoger a Dios en nuestra vida. Porque acogiendo a Dios de verdad,
se acoge también a los hermanos y se les trata con responsabilidad y justicia.
Cuando sientes las cosas como “tuyas”, cuando te identificas con algo, no lo
abandonas y luchas por ello hasta el final.
No es que Jesús alardee de bueno,
de buen pastor, sino que, como en tiempos de Jesús el oficio de pastor estaba
considerado como un oficio despreciable (ya que muchos pastores eran tramposos,
ladrones…) Jesús establece la diferencia entre el buen y el mal pastor,
resaltando las cualidades de los buenos, que también los había.
Se habla constantemente en
nuestra Iglesia, con preocupación, de la falta de compromiso cristiano. Somos
“cristianos de papel”; Cristianos por el
mero hecho de estar inscritos en una partida de bautismo y después confirmados,
pero siendo muchos en número, es poco el compromiso y la acción real. ¿Somos
buenos pastores o abandonamos cuando no nos interesa?
El buen pastor no abandona a sus
ovejas; “Un buen padre no le da a su hijo una piedra cuando le pide pan” (Mt 7, 9) ¿Porqué muchos cristianos abandonamos
a Dios, el reino y sus quehaceres, cuando no nos interesa? ¿Por qué esa falta
de compromiso? ¿Quizás es que no lo asumimos como nuestro?
Es cierto que el compromiso real
es una opción personal, y si uno no está convencido y no lo tiene asumido como
opción libre y querida, todo es en vano. También deberíamos preguntarnos si la
iglesia, si nosotros como parte de ella, podemos hacer algo más para que
nuestras comunidades sean realmente tan sinceras, puras y acogedoras como para
que “viendo nuestras obras…den gloria a Dios”; Viendo lo que hacemos y cómo lo
hacemos, los que no están en nuestro redil se planteen de verdad ser parte de
el. En una palabra, que nuestro estilo de vida cuestione, atraiga y enamore.
“Tengo además otras ovejas
que no son de este redil, a estas también las tengo que traer”. Quizás
esto sea ya para nota ¿Cómo podemos dedicarnos a “otras ovejas” que no están en
nuestro redil, si a veces no somos capaces de agrupar-aunar las del nuestro?
Que necesitamos una profunda
revisión y transformación en nuestra iglesia está claro. Igual de claro está
que Jesús se preocupa por tod@s; Él sabia lo que quería, tenía claro el
proyecto del reino y quería que tod@s participaran de el.
“Yo entrego mi vida para
poder recuperarla”. El horizonte del reino de Dios es predominantemente
pascual; Desgastarse por los demás, entregar la propia vida, “perderla” para
recuperarla con creces. Esto es una opción personal y no puede, ni debe, ser de
otra manera. Nadie obliga a Jesús a entregar su vida, Él la entrega libremente.
Así también nosotros tenemos esa opción.
Nadie dijo que ser cristiano
fuera fácil, pero sí sabemos que, los que han apostado por el reino
sinceramente, han alcanzado felicidad, han empezado a disfrutar, ya aquí, de
los frutos que ofrece el reino de Dios.
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