La
fama de Jesús se extendía por toda la región de Galilea y más allá. Algo que
Jesús ya no podía controlar ni parar fácilmente, por mucho que pidiera
explícitamente que no trascendieran algunas de las cosas que hacía.
“Si
tú quieres puedes limpiarme”. Lo importante es la actitud de la gente
que se acerca a Jesús, del leproso en este pasaje. Esa petición a Jesús va
precedida de un acto de fe, reconocimiento y confianza en Él. Por eso Jesús se
compadece, le atiende porque encuentra en el hombre la actitud adecuada, la
aceptación de Dios en su vida.
En
muchas ocasiones los hombres actuamos al margen de Dios, le podemos reconocer
de una manera superficial pero no hay una aceptación real en nuestras vidas; En
el fondo no creemos que Dios está en nuestro día a día, y esa no es una actitud
que favorezca la actuación de Dios en nosotros, no es que no quiera, es que no
le dejamos actuar. Pedimos a Dios “milagros” pero no caemos en la cuenta de que
el primer milagro sólo puede salir de nosotros, el milagro de la fe.
“No
se lo digas a nadie…”. La
famosa cuestión teológica del secreto mesiánico del que tanto se habla en los círculos
eruditos, pero que muy pocas veces queda clara del todo, la estamos viendo
últimamente con frecuencia en los relatos del evangelio, sobre todo en Marcos.
Para mí, secreto mesiánico y autoconciencia de Jesús van estrechamente unidos.
Jesús va asumiendo poco a poco su misión, va descubriendo poco a poco los
efectos que producen su persona, sus palabras y acciones en la gente; Es algo
que necesita ir encajando, y así lo comparte con el Padre, en constante
oración.
Es
difícil encajar que hay vidas que dependen de ti, que hay mucha gente que ha
puesto en ti su confianza y su única esperanza. En nuestro día a día nos comen
las responsabilidades, y no pocos tenemos en nuestras manos a personas frágiles,
sensibles, en proceso. Sabemos que depende de lo que digamos y cómo hagamos las
cosas así serán los frutos en un futuro no muy lejano. Constante oración, eso
es lo que necesitamos. Una oración activa, que nuestro día a día sea puesto en
manos de Dios y no caigamos en la tentación de confiar en nuestras solas
fuerzas, sino que todo nuestro hacer sea una oración puesta en manos del Padre.
Lo
importante ahora no es transmitir los rápidos efectos de la llegada del Reino,
ya que esos efectos sólo los ven y ocurren en unos pocos, los que ya han
descubierto por si mismos a Dios en sus vidas, por eso manda callar. Lo
importante ahora es que se sepa que el Reino está llegando, ya está aquí, y que
si eso se descubre y se vive (volvemos a
la fe) producirá sus efectos con el tiempo
(Aquí adquiere su sentido más pleno, una vez más, la parábola del
sembrador Mc 4, 1-9).
“…pero
para que conste, ve a presentarte al sacerdote…”. Jesús no quiere romper
con todas las normas y preceptos humanos, pero tampoco quiere anteponerlas ni
que las antepongamos a Dios. Lo primero es lo primero.
Jesús
acepta y asume las normas-reglas humanas que sirven para ejercer la justicia y
el orden entre todos, pero no le da importancia e incluso rechaza aquellas que
anteponen el rito a la persona. Primero está la compasión y acompañamiento, y
después certificar oficialmente la limpieza al sacerdote.
A
Jesús no le entendieron, no entendieron sus prioridades y por eso le persiguieron
y condenaron. La religión de su época (preguntémonos si también la de la
nuestra) se perdía entre abluciones y sacrificios, y olvidaba la compasión, la
misericordia. Lo primero y más importante era “dios” y luego la persona, pero
olvidaban que Dios estaba en la persona y que la persona es parte de Dios.
Cada día está mejor este blog. Sigue así
ResponderEliminarEnhorabuena Alfonso. Por fin la ansiada versión mejorada. Gracias por acercarnos la Palabra desde una lectura crítica y personal. Una Palabra Viva que facilitas, saboreemos cada domingo. Mucho ánimo para esta nueva singladura en la que si ud. tiene a bien, somos muchos los marineros que querremos navegar a tu lado. Marian.
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