viernes, 3 de julio de 2015

¿Falta de fe? (Mc 6, 1-6)

Prejuicios, hoy me lleva la Palabra a hablar de los prejuicios con los que nos condicionamos y condicionamos a nuestros semejantes, más aún, en muchas ocasiones a los que más cerca tenemos.
 
“Fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos”. El modo de proceder de Jesús no fue distinto en su pueblo del que utilizaba en otros lugares, no fue distinto porque estuviera con los “suyos”, no tuvo un trato de favor en el hablar o el hacer. Sin embargo, con Él, los suyos si tuvieron reparos, diferencias, prejuicios…
 
“¿De dónde saca todo esto?”. Por un lado nos mueve el interés curioso de saber que tiene que ofrecernos alguien del pueblo que ha estado tiempo fuera, en la ciudad, con gentes de otros lugares… Y por otro lado, partimos ya con preconcepciones e ideas que condicionan nuestro juicio hacia los otros, en cuanto oímos cosas que nos descolocan o que no entran en nuestros esquemas mentales; Cualquier novedad que pueda hacernos cambiar o que simplemente requiera asumir riesgos ante lo desconocido, nos hace reaccionar rechazando lo diferente con la excusa de que sabemos de dónde o de quién viene. Lo más fácil entonces es juzgar, descartar, desechar tanto las propuestas como a las personas.
Nos cuesta descubrir a Dios de una forma tan cercana, en lo cotidiano y lo conocido. Parece como si no estuviéramos preparados para descubrir a Dios en los otros, y aún es  más difícil si ese otro es un vecino nuestro, un familiar, o alguien que vive en el mismo lugar que nosotros. Sin embargo, hemos de acostumbrarnos y aprender del Maestro, Él nos enseña que Dios está a nuestro lado, más cerca de lo que pensamos o creemos; Que a Dios no podemos, no debemos, esperarle en un carro de fuego como pensaban sus vecinos que llegaría el profeta Elías. Dios se encarna en la cotidianidad, en la humanidad más cercana.
La Iglesia ha de seguir aprendiendo y transmitiendo a toda la humanidad que Dios no sólo está en los cielos, que esa afirmación de nuestro credo está antes precedida por la encarnación en la tierra. La Iglesia no podrá nunca ser reflejo de Cristo si no cree esto  profundamente y actúa en consecuencia; Es decir, si los cristianos no tratamos al prójimo como si del mismo Dios se tratara, sabiendo y creyendo que cuando hacemos con los hermanos, actuamos con Cristo.
 
“No pudo hacer allí ningún milagro…, y se extrañó de su falta de fe”. Sí, quizás es cierto que para eso hay que tener fe; Quizás para descubrir verdaderamente a Dios en los demás hay que tener mucha fe, pero esa es la única manera en la que Él puede actuar entre nosotros, a través de la fe.

2 comentarios:

  1. Bravisimo!!!cada vez, me queda mas claro lo valioso que eres,y también me hago la pregunta de...¿Dónde sacas todo esto? tu fluidez para escribir y transmitir tan bien...lo bueno que es el Señor y lo débiles que somos en pensar que solo creemos cuando tocamos....aumenta nuestra Fe y sigue iluminando a este gran bloguero.....un fuerte abrazo!!!!

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    1. Gracias a lectores como vosotros, cada día me intento acercar más a Dios y le siento más Padre...Intentaré seguir poniéndome delante de la Palabra y ofreceros lo que humildemente salga de mi oración. Gracias!

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